viernes, 7 de marzo de 2014

Un conflicto para recordar

Esta semana he decidido hablar del conflicto que esta sucediendo actualmente en Crimea del que se está llegando a suponer la aparición de una “3ª Guerra Mundial”, posteriormente pasaré a hacer una pequeña aclaración de todo este altercado que viene transcurriendo.


En principio, la mecha de las dos guerras mundiales que asolaron a la humanidad en el siglo pasado prendió en el corazón de Europa. Esos antecedentes y la reciente deriva de los acontecimientos en Crimea han hecho temer a parte del público el advenimiento de, nada menos, que la tercera guerra mundial. 


Efectivamente, las imágenes de los soldados y armas rusos en acción que estos días reproducen los medios de comunicación, o la del presidente Obama al teléfono en el despacho oval intentando convencer a su homólogo Vladimir Putin de que ordene el repliegue de sus tropas en Ucrania, recuerdan demasiado a episodios inquietantes de la Guerra Fría que se creían superados en la era de la globalización.
Pero, aunque no parezca un choque bélico masivo entre las grandes potencias del mundo industrializado, Crimea sí supone un paso en una dirección inquietante. Eldridge Colby experto en materia nuclear del Centre For a New American Security afirma que «los viejos conflictos de la frontera este de Europa subsisten, las rivalidades se han endurecido de manera ominosa y Rusia se ha rearmado». Colby advierte que «aunque no nos guste, tenemos que empezar a hacernos a la idea de que Putin tiene poder y está dispuesto a utilizarlo» y concluye que «occidente tiene que pensar qué quiere conseguir en la región, qué riesgos está dispuesto a correr. En definitiva tenemos que empezar a pensar en el poder, también en el poder militar».
En este crítico contexto, Putin ya ha dejado claro que no cederá en su afán de controlar lo que considera parte indispensable del área natural de influencia de Rusia, algo que por otra parte se recoge desde 2010 en la Estrategia Nacional de Seguridad adoptada por el Kremlin. Es esta una firmeza que resulta casi inconcebible en el bloque occidental, en el que se necesitan largas conversaciones solo para la aprobación de un comunicado conjunto y en el que se impone poco a poco el pragmatismo alemán, que aboga por la negociación para desbloquear la situación. Angela Merkel ha dejado claro desde el primer momento su aversión a que el conflicto ucraniano termine saliéndose del cauce diplomático.
Pero los realmente perjudicados en todo este conflicto con los tártaros. Hamzin y Osmánov están vinculados al Medzhlis (órgano de autoorganización de los tártaros) de Bajchisarái, pero si sucede algún imprevisto grave, explican, se ponen en contacto con el Medzhlis de Crimea, que es dirigido por Refat Chubárov. Si necesitan ayuda, esta organización da la alarma y los tártaros de otras regiones acuden con presteza en ayuda de sus hermanos.
El mismo día al conocerse la decisión del parlamento de Crimea de consultar a la población sobre su incorporación a Rusia, Chubárov pidió a la comunidad internacional que contemple la posibilidad de llevar de inmediato fuerzas pacificadoras de la ONU a la península. El líder tártaro ha dicho que esto es necesario para reducir las tensiones que pueden llegar a producir enormes cantidades de víctimas. “El Medzhlis se dirige a la ONU, a la OSCE, a los diputados y a los jefes de los gobiernos de la Unión Europea y el Consejo de Europa”, señaló el líder tártaro y exhortó a boicotear el referéndum por considerar ilegal la decisión de cerebrarlo. Chubárov, que es el mismo diputado del Soviet Supremo de Crimea, ha manifestado que este parlamento “ignora” los intereses de los habitantes de Crimea y “atenta” contra ellos.
En cualquier caso, y aunque la tercera guerra mundial siga de momento siendo material para los libros de política-ficción, ya hay una consecuencia clara y preocupante de lo que está ocurriendo a orillas del Mar Negro. El diagnóstico lo expresa Félix Arteaga: «Todo esto va a empequeñecer aún más el poder de occidente», una tendencia de la que ya hablaron autores como Oswald Spengler o Samuel P. Huntington y que un exagente del KGB llamado Valdimir Putin ha vuelto a confirmar.